Peregrinación al Primer Santuario Filial en Nueva Helvecia, Uruguay
Relato de Ernestina Strata
El pasado sábado 28 de noviembre, un grupo de cuarenta entusiastas peregrinos partimos desde Buenos Aires hacia el primer Santuario Filial en Nueva Helvecia, al encuentro de las huellas y de la persona de nuestro Padre y Fundador. Éramos personas provenientes de diferentes lugares de Argentina: Tucumán, Tandil, San Pedro, Córdoba, Mendoza, Corrientes, Gran Buenos Aires y capital. En Nueva Helvecia se unió una familia de Benito Juárez, una señora de Montevideo y otra que vive en Punta del Este. Nos acompañaba la Hna. Clara María, que junto con un equipo del Secretariado del Padre Kentenich, organizó el viaje. Una jornada radiante nos acompañó en todo momento. Al llegar a Colonia del Sacramento (República Oriental del Uruguay) tomamos el bus que nos llevaría hacia Nueva Helvecia. Mientras viajábamos y gustábamos de la serenidad del paisaje, los peregrinos fuimos conociéndonos y compartiendo cómo nos imaginábamos este encuentro con el Padre José.
El intercambio distendido y los cantos se interrumpieron al divisar una ermita de la Mater hermosamente diseñada y cuidada, la cual nos anunciaba que estábamos próximos al primer Santuario Filial.
Luego de un rico almuerzo y un breve descanso partimos hacia allí. Al llegar, nos recibieron sonoras campanadas, junto con la calidez y la alegría de las Hermanas María Laura, Beatriz y Marinés. Naturalmente, cada peregrino realizó un momento de oración en este Santuario tan singular, experimentando la gracia del cobijamiento que la Mater siempre nos regala en su casa. En esta atmósfera, cada uno fue encontrándose con el Padre y fue presentándole todas las personas que llevaba consigo, como así también las preocupaciones y los anhelos.
Posteriormente, junto a la hermana Marinés empezamos a descubrir las huellas del Padre José Kentenich. Comenzamos el recorrido por el Colegio Mater Ter Admirabilis, que se encuentra al lado del Santuario. Fue un camino hecho oración -reposado y expectante a la vez- por el cual la Hermana nos condujo, obsequiándonos numerosos datos de la historia, anécdotas y detalles. Allí todo anunciaba, recordaba y actualizaba el paso, la presencia y la cercanía del Padre, que cada peregrino vivió como un regalo único y singular.
Después de una merienda compartida en el jardín, volvimos al Santuario. Allí compartimos los extractos de una charla de la Hermana María Úrsula. También pudimos escuchar la historia de la ermita recientemente bendecida en Punta del Este. La MTA se vale de los instrumentos más increíbles para llevar adelante su trabajo de evangelización.
Finalmente, con mucha alegría, todos compartimos la Misa en la Parroquia de Nueva Helvecia.
Al día siguiente recibimos nuevamente el regalo de una jornada luminosa. Compartimos en el Colegio una proyección sobre la historia de Schoenstatt en esas tierras y nos dirigimos a la Parroquia. Allí la Misa fue presidida providencialmente por el Obispo de Lodi -Italia- quien se encontraba visitando al Párroco del lugar -también italiano-. Ambos, junto con otros sacerdotes, se acercaron luego hasta el Santuario, para saludar y rezarle a la Mater.
Un vez que regresamos al Santuario pudimos contarle al Padre José qué le respondía cada uno a su entrega paternal y a su renuncia total por cada uno de sus hijos.
Antes de tomar el Buquebús, pudimos dar una vuelta por la ciudadela de Colonia y disfrutar de una tarde primaveral. No faltaron los juegos y las mímicas junto al Río de la Plata, en la hermosa costanera de Colonia.
Y así fuimos emprendiendo el regreso, alegres por el encuentro y con la certeza de que nuestra Madre y Reina nos seguirá conduciendo a una relación profunda y personal con el Padre Fundador y, a través de él, con el Padre Dios.